POEMAS FESTIVOS
(Los personajes que aparecen en estos poemas son ficticios. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia)
A UN CONCEJAL CONSERVADOR, que un día de invierno dejó la escuela con la calefacción apagada. Tenía constancia del cuidado que él dedicaba al butano y a la calefacción para la escuela, desde hacía mucho tiempo, y había observado que esto no pasaba nunca antes, por lo que vino a mi el recuerdo un dicho que había oído en casa de mi madre, atribuido a mi abuelo Primitivo, que decía: No es lo mismo ser ladrón que guardia civil.
Hacía muchos años que yo había sido alcalde de éste puebloy recordaba como él siempre tenía un especial cuidado en recordarme, cuándo íbamos a necesitar combustible.
Aquella tarde, cuando bajaba de su clase, con otro compañero, les estaba esperando en el descansillo de la escalera, junto a la puerta de mi clase, y al pasar abrí y les mostré los versos, que previamente había escrito en el encerado. Les vi leerlos atentamente y comenté con ellos lo que decía mi abuelo cuando observaba que, ante un mismo hecho, no era consecuente que la misma persona mantuviera criterios diferentes. Con cierto humor comentamos los versos, cerramos la clase y bajamos las escaleras, mientras el concejal que a la vez era director del centro nos dijo: el gasoil hacía tres días que estaba pedido y que llegaría esa misma tarde, según le había comunicado la empresa suministradora. Me disculpé, pero los versos, ya estaban escritos.
LA DERECHA DE MI PUEBLO
En el pueblo en que yo vivo,
haciendo honor a su nombre,
se han unido en Alianza,
todas las gentes de orden.
Han empezado a juntarse,
y celebran reuniones
para buscar candidatos
a próximas elecciones.
Locos se vuelven buscando,
cuál de todos será el hombre
que a la victoria les lleve
y evite males mayores.
Piensan todos que la izquierda,
a la que acusan de ¨progre¨,
le traerá el divorcio,
le fomentará los vicios,
aumentará las pasiones,
y hasta sus pobres beatas,
querrán hacerles que aborten.
Y son muchos los que piensan,
que han de hacer cosas peores.
Se llevarán las gallinas,
los dejarán sin jamones,
y evitarán en la Iglesia,
los rezos y procesiones.
Por remediar tanto mal,
en labradora cocina,
celebran sus reuniones,
y afanosamente buscan,
el hombre que ha de ganar
las próximas elecciones.
Pero ¿cuál es el mejor?
¿cuál ha de ser nuestro hombre?
Necesita cualidades
para vender sus razones.
Ha de convencer a todos
para que todos lo voten.
Unos claman a la Virgen.
Otros claman a San Jorge.
Y con firmeza proclaman
sus cerradas opiniones.
Siendo más fuertes sus voces,
que de peso sus razones.
Y en movida algarabía
estas palabras se oyen.
Éste es para mí el mejor.
Aquél parece más hombre.
Al que vamos a votar.
El que le gusta a mis jefes.
Si lo votáis que me borren.
¡Vete enseguida a la calle!
¡Enseguida me voy, hombre!
Que no llegamos a nada,
y el tiempo ... corre que corre.
Al fin sacaron sus listas.
“A unos salvapatrias, que ante el peligro de que su pueblo fuera administrado por rojos, se sacrificaron y formaron una lista electoral con sus nombres. Como tributo al sacrificio por ellos realizado, y lamentando su sacrificio aquí dejo mis versos”.
Al fin sacaron sus listas.
Listas a sus electores.
Después de mucho pensar,
tras múltiples reuniones.
después de muchos fracasos
y muchas sofocaciones,
muchas horas de vigilia,
enconadas discusiones,
mucho dolor de cabeza
y pastillas a montones.
Han logrado presentar
listas a sus electores.
Todos gentes de derechas.
Todos creyentes gestores.
No admiten a los ateos,
ni putas, ni maricones,
ni quieren a socialistas,
ni de U.C.D. desertores.
Y esperanzados aguardan
las próximas elecciones,
que les darán la victoria
y harán valer sus razones.
SEMBLANZA.
Serio, hablador, informal.
Se empeña en aparentar,
lo que no es capaz de hacer
ni como es capaz de obrar.
Según propia confesión,
es blando de corazón,
y difícil de engañar.
Admirado por su gente,
halagador, y aparente
para asustar a la gente,
con la que tiene que hablar.
En sus tiempos tuvo vicios,
de los que ya no hay indicios,
pues se los borró la edad.
Rondando ya los cincuenta,
hizo examen de conciencia,
y llegó a la conclusión
que si se quería salvar,
tendría que abandonar,
cartas, vicios, amoríos,
y dejar de ser impío.
Y hacerse un hombre formal.
Sentó tarde la cabeza,
dejó cartas, amoríos,
y dejó de ser impío.
Y se hizo un hombre formal.
En frecuentes ocasiones,
tiene viejas añoranzas,
y nos cuenta sus andanzas,
todo lo que él hizo, y más.
Satisfecho de sí mismo,
siempre se pone de ejemplo,
y le causa gran contento,
que en Ronda le den asiento
y lo ensalcen al llegar.
Y ahora, ya en la ancianidad,
reconocida su talla,
tras enconada batalla,
lo han nombrado concejal.
A LOS ASISTENTES A UN CUMPLEAÑOS
Para poder celebrar
con solemne orquestación
la fiesta o celebración,
de su feliz nacimiento,
fue, y reunió en un salón
de su viejo caserón,
a todo el Ayuntamiento.
La fiesta fue la ocasión
para esta gran reunión,
que por propia información
tuvo una gran duración.
Hubo mitin o sermón
de un concejal ilustrado,
y hubo entre queso y jamón,
pan moreno y salchichón,
vino y gran animación.
Y me atrevería a afirmar,
que, en tanta solemnidad,
no se pudo descartar
una broma ocasional,
ajena o coyuntural,
que fuera a relacionar
la alegría y lo tomado,
e hiciera subir el grado
de lo que allí se tragó.
Ya que tan tarde acabó,
algo pues aconteció.
Algo pues quedó olvidado,
algo que mi información,
fielmente no reflejó.
Y que me deja mosqueado,
con lo que allí sucedió.
A Jorge Tera Romero
A Jorge Tera Romero, maestro que fue de este pueblo y que en cierta ocasión, hace ya muchos años, venía a la escuela, armado con una escopeta, y muy preocupado porque un convecino suyo, apodado Gachas, le había amenazado con matarlo, durante una reunión en la cooperativa. En la escuela apenas hablaba, pensando siempre en la promesa que su convecino Gachas le había hecho. Obsesionado con la idea de que de cualquier olivo, de cualquier alcantarilla, podría salir Gachas con su escopeta, y poner punto final, a su existencia.
Lo veía tan preocupado, tan obsesionado, por algo a lo que a nadie nos preocupaba que tratando de quitarle hierro a aquello. En la escuela y durante el recreo escribí estos versos, que a continuación copio.
En la villa de Granátula,
con motivo de las cuentas,
que hace en la cooperativa,
un honesto secretario
que por nombre tiene Jorge,
y que Tera se apellida,
ha surgido una disputa
pintoresca y divertida.
No se, si es cosa de aceite,
o si es cosa de familia.
El caso es, que otro,
en Granátula,
con ya su vida cumplida,
dice: que a Jorge, se carga.
Que su vida está perdida.
Y se acuerda de las gachas,
aunque solo vea la harina.
Y, aquí tenemos a Jorge,
toda su tragedia encima,
con Gachas en la cabeza,
aunque coma otra comida.
A un aspirante a la alcaldía de mi pueblo Al Señor Don Sancho. Le quiero hoy hablar. El me atacó un día, porque una alcaldía a mi me propuso, para concejal. Pero el tiempo pasa Y todo lo olvida. Y todo lo amansa. Aunque siempre queda alguna señal, alguna secuela. Y ahora que él aspira a cargo más serio, viene a mi mente algún improperio con que él me obsequió. Hablaba Don Sancho, si mal no recuerdo; ya que del periódico donde me atacaba, no me queda nada. Sólo en mi memoria alguna expresión. Hablaba de la valentía, y de la valía que él presumía debiera tener, aquél que pusieran a desarrollar la dura tarea de ser concejal. Y tanto decía, y tan mal lo hacía, que, no más terminar, tuve que pensar: Amigo Don Sancho, lo siento en verdad, que siendo tan lento escriba tan mal. Pero me desvío con viejos recuerdos de algo poco serio, de algo que pasó. Y se me olvidaban hechos más recientes. Hechos procedentes para terminar, con la improcedencia, con la inconsecuencia, que supondría, el que una alcaldía la fuera a ocupar, quien tanto pedía, quien tanto decía, se necesitaba para concejal.
1 comentario
trobador -
Gracias amigo